El diputado Ángel Acosta en un escrito publicado el 5 de junio 2009 en el periódico La Información hizo algunos planteamientos con relación al Artículo 30 de la nueva constitución y en torno a valores éticos, moral y otras lindezas.
En el escrito de marras se ufana el diputado de su acompañamiento al Cardenal en su “preocupación por que la campaña mediática es ya una realidad y la interferencia con nuestra soberanía también”, acompañamiento que parece ser no es el único ni el primero.
El legislador, en otro párrafo dice que se niega a contribuir a la construcción de una sociedad al margen de valores éticos, a lo cual tiene perfecto derecho el ingeniero Acosta.
Pero es él quien falta a la ética cuando da la espalda a quienes echaron su voto para que ostentara la representación en el Congreso Nacional de los ciudadanos de un espacio territorial que se denomina Circunscripción 3 de la ciudad de Santiago a los cuales nunca se ha preocupado por saber cuales son sus inquietudes, necesidades y deseos.
Es una falta de ética hacerse cómplice de los planteamientos dogmático de un sector del poder eclesiástico y se hace el sueco con los males de las comunidades que lo eligieron a donde no se le ha vuelto a ver ya que se la pasa hablando por una emisora de radio sin escuchar la voz de quienes votaron para que sea legislador.
El diputado habla de ética cuando ha traicionado la confianza que puso el electorado para que lo represente y hoy va a defender al Congreso sus criterios particulares y los de sus compinches de la Iglesia.
Pronto volverá el diputado a buscar los votos para ejercer de nuevo en el congreso y muchos votaran por él y se repetirá la historia. Que pena.
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