miércoles, 10 de noviembre de 2010

Cerveza, baile y cigarro en el día de San Miguel


Antes de llegar a aquel local ya se percibía el ambiente festivo de la música, el olor a cigarro y el ron presentes en aquella celebración, y se va acotejando el cuerpo para lo que está por ocurrir.
Es así como los sentidos transmiten una suerte de alegría e inquietud a todo el organismo. Las glándulas salivares se manifiestan preparando el paladar para el deguste del ron y la cerveza. Los músculos se tensan, se acelera la circulación sanguínea y todo el cuerpo se prepara para el tongoneo propio del baile.
El interior del local preparado para la fiesta está decorado con pañuelos de colores diversos, con una instalación central donde, colocados en un orden característico, las imágenes de San Miguel, San Carlos Borromeo, El Santo Niño de Atocha y Santa Bárbara ofrecían un ambiente de misticismo que invadía todo el espacio.
El tan tan de los tambores indicaba el inicio de la ceremonia y de inmediato un pequeño hombre con piel azabache, vestido de rojo y cubierta la cabeza con un lienzo del mismo color dio tres palmadas en el medio de salón, levanto los brazos y emitió un gutural sonido como salido de ultratumba.
Dijo llamarse Cándelo mientras agarraba un frasco, y a pico de botella se tomó mas de la mitad del contenido y el resto lo derramó en el suelo, le acercó un fósforo y provocó una llama sobre la cual caminó con toda indiferencia y tranquilidad, ante el asombro de los presentes.
Todo sucedía mientras un coro al ritmo de la música entonaba “yo soy Ogun Balenyó / y vengo de los olivos / a darle la mano al enfermo / y a levantar los caído” y las parejas se tongoneaban de forma incansable hasta caer en el delirio, envueltas en sudor, cervezas y humo de los cigarros.
Es el día de la fiesta de San Miguel, que según la tradición, es el momento cuando el “diablo anda suelto”, fiesta que se celebrada cada 29 de septiembre, producto de un sincretismo abominado por unos y parte de las creencias de otros en una sociedad que busca sobrevivir por encima de todas cosas.

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